domingo, 26 de marzo de 2017

TU REALIDAD NO ES LA MÍA

No vemos las cosas como son, sino como las percibimos



Tú, con tus experiencias y creencias, percibes, interpretas y afrontas lo que sucede de una forma única y original. Yo, con mis experiencias y creencias, percibo, interpreto y afronto lo que sucede de una forma única y original. Y en nuestro diálogo intentamos intercambiar nuestros mundos, sin caer en la cuenta de que son distintos por ser únicos y originales. Por eso, en ocasiones, nos cuesta tanto escucharnos, entendernos y acompañarnos en la experiencia continua de vivir.

De hecho, ambos podemos haber asistido al mismo acto o ser partícipes de una misma situación, pero cada uno lo ha vivido “a su manera”. De ahí que todo lo que el otro me puede contar son sus percepciones, sus opiniones, sus interpretaciones, sus pensamientos, sus sentimientos y sus respuestas, lo que me puede resultar de gran interés, pues me da la oportunidad de descubrir lo que despierta en mí, y así poder descubrirme y conocerme.


El encuentro entre dos personas es una oportunidad para escucharnos y descubrirnos, para descubrirme yo a través de lo que veo en el otro, que es mi propio reflejo. Para facilitar este aprendizaje tan sencillo, y a la vez de muy difícil comprensión, pongo un ejemplo: Sólo puedo descubrirme un lunar en la cara mirándome en un espejo. Pero, ¿dónde veo el lunar? En el espejo, ¿verdad? y ¿dónde está el lunar? En mi cara, ¿no? Sin embargo, ¿te das cuenta de que, aun sabiendo que el lunar está en mi cara, nunca podré verlo si no me miro a un espejo?

Esta es la muestra de que mientras vea el lunar en el espejo sigue existiendo en mi cara, aunque crea que no o los otros me hagan creer que ya no lo tengo. La única forma que tengo de comprobar que ya no está que ya no está, es si me miro en un espejo y no lo veo.

Este espejo tan necesario para descubrirme siempre es el otro. Así pues, los otros son los únicos que me pueden dar la oportunidad de descubrirme. 



Cada vez que descubro algo de mí que no me gusta, tengo la oportunidad de desplegar mi infinito potencial creativo para encontrar los beneficios que me ofrece. Sólo entonces podré amarme en eso que a primera vista no me gusta. Sólo puedo amar incondicionalmente cuando convierto en ideales a los otros y a mí misma, porque dejo de temer encontrar algo que no me guste, me cierre el corazón y me impida amar incondicionalmente. Esto es para mí la libertad. No necesito que nada cambie, todo es perfecto como se presenta, dentro y fuera de mí, porque todo me conviene para seguirme convirtiendo en un auténtico ser humano.

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