Muchos de nosotros
no fuimos educados desde el respeto, sino desde el autoritarismo, con los
recursos que conocían en ese momento nuestros padres y siempre en nombre del
amor, gritos, castigos, “porque lo digo yo y punto”, amenazas….
Es importante que
tengamos muy presente que nuestro hijo es una persona de pleno derecho y podemos
tratarle con el máximo respeto y dignidad
como lo hacemos con los adultos, ofreciéndole un modelo que imitarán. Para
que quiera involucrarse en la cooperación con la familia, es necesario conectar
con él, mirándole a los ojos, buscando el momento oportuno para explicarle
nuestra propuesta, explicándole nuestros motivos y los beneficios que aporta para
él y para todos.