Hay parejas que
conviven muchos años e incluso tienen hijos y la convivencia no crea ninguna
dificultad y un día deciden casarse con la seguridad de que nada va a cambiar,
porque creen que sólo se trata de legalizar la pareja a través del matrimonio.
Sin embargo en no
pocos casos, después de la boda empiezan a surgir frustraciones por una parte o
por las dos, porque a nivel inconsciente, uno o los dos han generado
expectativas de cambios en el otro que iba a producir el matrimonio.