Sólo cuando
los padres aprendan a educar a sus hijos para cooperar y ser solidarios unos
con otros, estarán educando para la paz con ellos mismos y con los demás.
Todavía
hay muchos padres y educadores que entienden que hay que reprimir y castigar a
los violentos para corregirlos, con comportamientos iguales o más violentos si
cabe, y esto lleva a educar para la guerra con ellos mismos y con los demás,
aunque no sean conscientes.
El ser
humano es pacífico por naturaleza porque tiene un gen altruista que, de forma
espontánea, le lleva a atender al que lo necesita y enseñar al que no sabe. Sin
embargo, los niños desde muy pequeños imitan el modelo de sus padres y educadores
que es premiar a los buenos con amor y castigar a los malos con violencia.
Si estás interesado en aprender a amar a tus
hijos cuando menos se lo merecen por sus conductas, entendiendo que es cuando
más lo necesitan, para volver a merecerlo lo antes posible y así educarlos para
la paz, hablando con Manuela, lo conseguirás sin esfuerzo,
ni lucha interior. Es un proceso transformador continuo, con un horizonte
esperanzador.