Para construir una familia con espíritu de equipo es necesario que los padres dejen de ejercer autoridad y exigir obediencia ciega y aprendan a dialogar con sus hijos para que entiendan que lo que más felices les hace es cooperar y ser solidarios y de paso estarán educando para la paz con ellos mismos y con los demás.
Todavía hay muchos padres que entienden que hay que reprimir y castigar a los hijos por las conductas que no les parecen adecuadas para adiestrarlos, generando así violencia con ellos mismos y con los demás, aunque no sean conscientes. Esto explica que la violencia que vemos en la calle la desarrollan los niños y jóvenes en su casa, imitando las conductas de los padres que tiene normalizadas, como mecanismo de supervivencia.
Si estás interesado en aprender a
construir una familia con espíritu de equipo para que todos sus miembros puedan pensar en positivo, a pesar de las
dificultades, porque las afrontaran entre todos buscando las mejores soluciones
para todos, hablando con Manuela, lo conseguirás sin esfuerzo,
ni lucha interior. Es un proceso transformador continuo, con un horizonte
esperanzador.
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