El ser
humano tiene este potencial porque su esencia que es la creatividad, el amor, lo
hace posible.
Aquello que está más allá de los límites naturales
es posible gracias a la capacidad que tiene el ser humano de trascender sus
necesidades, cuando pueden dejar de ser necesarias porque la falta de cobertura
no le llevó a la muerte. En esto consiste la adaptación, la plasticidad del
cerebro humano hace posible su evolución, en ir trascendiendo necesidades, creando otras nuevas que sirvan de guía y
protección hasta que dejen de ser necesarias porque su falta de cobertura tampoco
lleva a la muerte.
Descubrir que tenemos esta capacidad permite
iniciar un cambio de actitud frente a sí mismo y frente a los demás. Cuando
descubrimos necesidades porque no tienen cobertura y no hemos muerto, empieza a transformarse la mirada hacia mí
mismo y hacia el otro, porque entendemos que todos hacemos lo que necesitamos
hacer en cada momento y no podemos hacer lo que no necesitamos hacer, aunque
creamos que nos conviene y tengamos el deseo. La trascendencia nos permite
dejar necesidades atrás, creando otras nuevas que proporcionen la seguridad en
el cerebro reptiliano que permita percibir de forma sana, lo que en un
principio percibimos de forma tóxica, por transmisión cultural y por imitación
del modelo transmitido.
La percepción de sí mismo como
apertura amorosa a la posibilidad de poder percibirlo todo como perfecto lleva
a la evolución, inundándose de vitalidad y confianza.
El ser humano tiene luz propia, porque
el infinito potencial creativo del que dispone le permite percibir todo lo que
le mete en estado de secuestro emocional como una oportunidad para desarrollar ese potencial creativo que le irá humanizando mientras que pasado,
presente y futuro se funden en un eterno
presente que es lo único de lo que disponemos y lo único que podemos afrontar.
La esencia humana es bondadosa porque
sólo contiene amor, la creatividad permite amarlo todo porque podemos percibir
todo con los ojos del amor. Sin embargo, a través de la evolución y como
resultado de la necesidad de supervivencia muchas veces ha sido necesario que
el cerebro reptiliano nos llevará a generar conductas que aseguraban la
supervivencia, aunque no fueran amorosas,
pero en este momento evolutivo ya la supervivencia real no está en juego,
por lo tanto podemos descubrir la bondad de la condición humana desarrollando
la compasión por ese cerebro reptiliano que siempre nos protegió de morir y nos
seguirá protegiendo si no de la muerte física, si de la muerte psíquica.
El infinito potencial creativo de la
condición humana ofrece la posibilidad de generar preguntas y respuestas que lleven
a poder descubrirnos, entendernos y
amarnos, independientemente de las conductas que pudimos llevar a cabo por
necesidad, recordando que para el cerebro reptiliano todas las necesidad son cuestión de supervivencia. Así empezaremos
a sentir la compasión por los otros y por nosotros mismos que nos permitirá
amarnos incondicionalmente.
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