Cuando nos percibimos culpables o percibimos culpable a alguien no podemos hacer nada, en cambio sí transformamos esa percepción en responsabilidad, espontáneamente, el cerebro empieza a buscar la consecuencia para descubrir la manera eficaz y satisfactoria de afrontarla y compensarla y así quedar libre de ella.
Cuando la justicia declara culpable a alguien le aplica un castigo pero no queda nunca libre de la culpabilidad, en cambio cuando le declara responsable, le impone una compensación por los daños, quedando libre del comportamiento para siempre.
Hablando con Manuela podrán ir descubriendo que muchos comportamientos por los que se han culpabilizado o han culpabilizado a alguien no ha servido para nada y cuando lo van transformando en responsabilidad, empiezan a descubrir las consecuencias que padecieron o las compensaciones que recibieron u ofrecieron. Entender que nadie es culpable de nada, sino responsable de todo, no es una meta, es un proceso, que facilita sentirnos en paz con nosotros mismos, con los otros y con la vida.
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