Cuando una persona
forma parte de nuestra vida cotidiana el cerebro normaliza su presencia y no
puede darle el justo valor hasta que no calibra la posibilidad de perderla o la
pierde definitivamente.
Por esto las
pérdidas siempre se pueden percibir como oportunidades para valorar de verdad
lo que hemos perdido, sintiendo la gratitud por haberlo tenido, entendiendo así
que es mejor tener a alguien aunque un día lo perdamos que no tenerlo nunca.
Si están viviendo una pérdida y se sienten mal por no haber valorado suficientemente a esa persona cuando estaba viva, hablando con Manuela, irán transformando la percepción de perdida en la oportunidad para descubrir cuántas cosas les aportó la presencia de la persona que ya no está físicamente, pero que permanecerá viva dentro de cada uno, a través de los recuerdos de todo lo vivido con ella, desarrollando la capacidad de amar en la ausencia que tanto reconforta y humaniza.
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