Los padres, aunque
no sean conscientes, desde que nacen introyectan en sus hijos sus percepciones, sentimientos,
pensamientos y comportamientos porque actúan de modelo para que puedan desarrollarse como verdaderos seres humanos.
Los niños nacen como cualquier cría de primate, sólo son seres humanos en potencia y es a partir de que aprenden a caminar cuando aparece el instinto de compartir lo que van descubriendo y en ese proceso van introyectando el modelo que les va convirtiendo poco a poco en verdaderos seres humanos con sus percepciones; y pensamientos, sentimientos y comportamientos, producto de las percepciones, que luego el cerebro instintivo irá transformando poco a poco según vaya siendo necesario para sobrevivir.
Cuando el cerebro
instintivo se abre a la posibilidad de
dejar de luchar contra lo que ocurre fuera y dentro de él para poder recuperar
la paz mental, inicia el proceso espontáneo
de transformar lo maldito en bendito, para poder abandonar la lucha,
amándolo todo por lo que nos aporta.
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