lunes, 12 de junio de 2017

EDUCAR NO ES ADIESTRAR SINO ACOMPAÑAR

Todos los padres queremos que nuestros hijos crezcan felices, de la infancia a la adolescencia, pero no sabemos cómo hacerlo, porque el modelo educativo recibido basado en premios y castigos ya no resulta educativo y por lo tanto el ejercicio de la maternidad y la paternidad no resulta satisfactorio y produce mucha frustración.

Los niños necesitan disfrutar de la niñez acompañados por sus padres, pero no dirigidos por ellos. En este momento evolutivo los niños ya no pueden obedecer ordenes porque no reconocen autoridad. Su cerebro ya no está en jerarquía sino en horizontal. Los niños necesitan tiempo para jugar, y también necesitan tiempo para aburrirse y poder así desarrollar la creatividad para salir del aburrimiento descubriendo sus propias capacidades y potenciales.

No es educativo que un niño tenga desde que se levanta hasta que se acuesta completamente planificada si vida de tal forma que no le sobra ni un minuto libre. Ese ritmo no es idóneo para un niño. Cada niño tiene su ritmo y es importante que los padres lo descubran para poder respetarlo. Los niños de hoy necesitan aburrirse para aprender a distraerse y poder descubrir que es un estado ideal para desarrollar la iniciativa, desplegando la creatividad.
Es necesario que los niños entiendan que es genial aburrirse para poder aprender a entretenerse y distraerse, descubriendo así sus entretenimientos y sus distracciones.  Si están todo el tiempo con un adulto que les guía y les organiza el tiempo, no podrán desarrollar la autonomía y la responsabilidad, porque no tienen las condiciones necesarias para  generar sus propios recursos y poder confiar en ellos mismos. Los niños necesitan tener tiempo libre para experimentar sintiéndose acompañados y aprender por ensayo-error y acción-consecuencia.





Cuando los niños se pelean con sus iguales, es mejor que los padres no intervengan para que ellos aprendan a resolver los conflictos, porque si intervienen impiden que descubran sus propios  recursos y la próxima vez no sabrán cómo solucionarlo, esperando  que alguien venga a solucionarlo. Pero es importante,  que una vez que ya ha pasado el conflicto los padres les pregunten su versión de los hechos y con que sentir se quedaron, para que aprendan a distinguir este estado. Si descubre que se quedó mal podemos acompañarle para que descubra otra respuesta eficaz y satisfactoria y pueda aplicarla si vuelve a vivir una situación similar, así irá aprendiendo a construir aprendizajes a través de sus propias experiencias. 

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