En este momento evolutivo ningún padre o educador se siente tranquilo después de haber ejercido castigo físico o psíquico a un niño en nombre del amor o de la educación, porque siente que es un abuso, aunque lo haga una y otra vez, víctima de la necesidad que tiene grabada en su cerebro reptiliano originada por el debería transmitido a su cerebro mamífero.
El castigo en muy pocas ocasiones resulta correctivo de una conducta y en cambio en demasiadas situaciones actúa como radicalizador de dicha conducta, por la atención tóxica que ofrecemos cada vez que lo infringimos estando en estado de secuestro emocional. Y además el niño aprende a ejercer violencia cada vez que sienta frustración ante la conducta de alguien incluidos sus padres y educadores, es decir que el germen de la violencia viene de la niñez por el modelo transmitido.
Educar es acompañar a pensar, no adiestrar a un niño como si fuera un animal para que obedezca simplemente.
Con la TERAPIA EDUCATIVA-EXPERIENCIAL DE ESCUCHA en Atención Individualizada, las personas mientras van hablando y con mi acompañamiento, van descubriendo cuántas veces aplicaron castigo de cualquier tipo a un niño y lejos de corregir la conducta o implantar una nueva tuvo el efecto contrario, y además establecieron canales de atención toxica, destructiva y adictiva para ambas partes. Todo esto es un proceso. No es una meta, es un horizonte esperanzador con infinitas posibilidades desde el pensamiento divergente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario