Lo que nos gusta nos ofrece una felicidad efímera, dura lo que dura la experiencia y se va con ella, por eso siempre estamos deseando volver a vivir lo que nos gusta.
En cambio, lo que no nos gusta nos ofrece la oportunidad de transformarlo y liberarnos para siempre de la afectación y del miedo a volver a quedar afectada, recuperando así la paz mental. Es un proceso transformador continuo, con un horizonte esperanzador.
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