domingo, 13 de noviembre de 2011

LA ERRADICACIÓN DE LA VIOLENCIA ES POSIBLE


Ante la ausencia de políticas de igualdad dirigidas a los hombres, y en vista de que el número de muertes por violencia de género no desciende, me lancé a elaborar este proyecto, con el objetivo de que hombres y mujeres puedan entender que el maltrato es producto de una búsqueda de atención, desde el inconsciente, compulsiva, tóxica y fuertemente adictiva, convirtiendo a las dos personas en víctimas y verdugos de ellas mismas. Una vez que comprendan qué es lo que sucede, el origen y la perpetuación del maltrato, les será más fácil reconocerse como maltratador@s o maltratad@s. 

LA ERRADICACIÓN DE LA VIOLENCIA ES POSIBLE
Repasando la historia:
ü Culturalmente, viene transmitida desde muy atrás la creencia de que los hombres no lloran, por tanto, aprendieron a transformar  la tristeza y el miedo en ira, que sí estaba permitido manifestar y era valorada positivamente en un hombre. Esto explica que parezca que los hombres siempre están contentos o enfadados, porque la alegría y la ira son las dos emociones que pueden  mostrar, y a veces incluso sentir.
ü Venimos de una sociedad jerarquizada en todos los ámbitos sociales, donde la autoridad daba órdenes y el resto obedecía por métodos represivos (castigos, amenazas, etc.). Los que mandaban, atendían exigiendo obediencia y reconociendo este valor, y el resto devolvía la atención, obedeciendo o rebelándose. Era una forma sana de atendernos, necesidad básica psíquica que tenemos los seres humanos. Era una sociedad represora, pero no violenta, porque sólo ejercía la violencia la autoridad, con fines represores de las conductas no deseadas, sin dar tiempo a que se convirtiera en fuente de atención tóxica. Por el contrario, había grandes dosis de atención sana.


ü Desde hace 40 años la sociedad se ha ido democratizando en todos los ámbitos sociales, hasta llegar a la actualidad, donde no existe la autoridad en ningún ámbito las relaciones humanas han dejado de ser jerárquicas para ser horizontales. Sin embargo, siguen vigentes los métodos represivos que funcionaban en la sociedad jerarquizada, que conducen a la no obediencia, porque se convierten en fuentes de atención asegurada en el inconsciente. Está fuente de atención es muy tóxica, generando adicción y presentando conductas compulsivas que el propio individuo no quiere, pero que por ser compulsivas, están fuera de su control y no sabe como evitarlas. Por otro lado, debido al tiempo que perdemos dando atención tóxica, apenas percibimos las conductas que nos agradan.
ü La televisión continuamente ofrece modelos de relación en las que sólo se atienden las conductas que no se aprueban, con mucha violencia. Y a su vez, los sucesos violentos reciben una gran atención en todos los medios de comunicación porque son los que más venden, es decir, es lo que mayor interés despierta en el público.
Las mujeres tienen serías dificultades para reconocerse como maltratadoras, y si lo hacen, al igual que los hombres maltratadores, viven los hechos violentos en la más absoluta soledad, pues se sienten avergonzad@s, y tampoco saben cómo evitar estas situaciones. Se trata de una adicción más, y como conducta compulsiva la escucho y la entiendo en mis pacientes.
Mi propuesta muestra que erradicar la violencia es posible. ¿Cómo podríamos erradicar las conductas violentas, ayudando, en lugar de reprimiendo, invitando a pensar sobre lo que podemos hacer, partiendo de nuestra realidad? Todos, mientras fuimos niñ@s y adolescentes, ante una mala conducta fuimos corregidos con regañinas, castigos y amenazas por nuestr@s progenitor@s y educador@s, y así aprendimos a sentirnos importantes para ell@s, porque nos atendían.
La persona que maltrata es la primera víctima de su conducta compulsiva inconsciente de “tratar mal”, buscando la atención de la persona maltratada. Ella no quiere maltratar a quién ama, pero el inconsciente le arrastra a buscar atención por su mala conducta. 
¿Qué puede hacer la persona que recibe el maltrato? No atender esa conducta, ni con la mirada, ni con la palabra, así no da paso a la segunda intervención compulsiva de la persona maltratadora, y además facilitará que ésta vaya remitiendo poco a poco, por falta de atención. Si solicita perdón quien maltrata, la persona maltratada no debe reconocer la mala conducta que tiene que ser perdonada, para que sea él/ella quien tenga que elaborar su propio perdón. Al tomar conciencia de dicha conducta, entenderá que es víctima de ella. Por el contrario, la persona maltratada deberá atender con mucho cariño y entrega todas las buenas conductas que reciba, para que sigan repitiéndose. Cuando quiera transmitir información o solicitud, deberá hacerlo en estado sereno de forma breve, clara y concisa, y no atender las respuestas, si no son de su agrado.
¿Qué puede hacer la persona maltratadora? Debe tomar conciencia de que es víctima de conductas compulsivas que no quiere para obtener atención, y como la consigue, está condenado a perpetuar dichas conductas compulsivas inconscientes. Cuando esto se produce, reconoce que es víctima de su inconsciente, y poco a poco van remitiendo las conductas compulsivas, hablando del proceso que va viviendo.
Tengo experiencias en mi tarea como Educadora Terapéutica-Experiencial que constatan el éxito de estos comportamientos que presento. Cuando acompaño a la persona que recibe malos tratos de alguien que ama, y aprende a dejar de atender estas conductas y a atender con mucho amor todas las conductas que desea que se repitan, los episodios de malos tratos se van espaciando y bajando de intensidad hasta que desaparecen. Si por el contrario, la persona a la que acompaño es la que tiene comportamientos violentos, a medida que me va contando cómo se repiten los pasos, cómo ella lanza inconscientemente el primer estímulo provocador buscando pelea (subido al ring y con los guantes puestos) y la otra persona responde en actitud de defensa (sube al ring sin guantes), observa cómo ya la cascada de violencia está desatada. Es entonces cuando va tomando conciencia de que está en su mano descubrir en qué momento se dispara el primer estímulo inconsciente, para entenderlo y que pase al consciente, y así no estar más en manos de quién atiende sus conductas violentas y le condena a perpetuarlas. 
De mi experiencia personal y profesional he descubierto que la persona que maltrata no siempre fue maltratada, aunque recibió un modelo muy represivo con las conductas no deseadas. En cambio, las personas que atienden y perpetúan relaciones con personas violentas, siempre entendieron los malos tratos como la manifestación del amor y lo importante que era para alguno de sus progenitores. Así, el último comportamiento compulsivo inconsciente buscando la atención tóxica a la que una persona puede ser adicta es el asesinato y el suicidio, hechos que por desgracia son cada día más habituales.


Manuela Álvaro Alonso

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