Cuando se dirigen a sus hijos dando órdenes, amenazando o recriminando, exigiendo obediencia, aunque no sean conscientes están en estado de secuestro emocional y sus hijos no pueden escucharles aunque sea su deseo, porque también entran en ese estado por alerta.
Si los padres aprenden a comunicarse con sus hijos desde el estado de serenidad, proponiendo lo que sería mejor para ellos, explicándole los beneficios que les aportaría a ellos mismos, favorecerán primero que les escuchen y luego que puedan generar la necesidad que les lleve a esa acción que le están proponiendo. Y además estarán creando canales sanos de comunicación, favoreciendo vínculos afectivos sanos y sólidos.
Hablando con Manuela podrán ir descubriendo que es el estado en el que se comunican con sus hijos lo que impide que ellos puedan escuchar y generar la necesidad de hacer lo que le proponen, por su propio interés. Y así irán descubriendo la percepción que les pone en ese estado, transformándola en otra que les permita recuperar el estado de serenidad antes de comunicarse. Todo esto es un proceso, no es una meta.
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