Porque cuando
convivimos esperamos que el otro haga en cada momento lo que nosotros creemos
que debe de hacer y cada vez que eso no es así, quedamos afectados, sintiendo
frustración o miedo.
Todos queremos que
nos amen como aprendimos para sentirnos
queridos, y empezamos a exigírselo a la persona con la que convivimos.
Nadie puede amar de
una manera diferente a cómo su cerebro le ordena en cada momento, aunque en no
pocos casos deseemos hacerlo, aunque solo sea por evitar males mayores.
Hablando con Manuela y con su acompañamiento podrán ir tomando
conciencia de que su mente funciona como ha explicado y poco a poco podrán ir aprendiendo a convivir para que no se enfríe
el amor o para recuperar el amor que se enfrío, creando una forma nueva de
percibir el amor como lo que pueden ofrecer, independientemente de los
comportamientos del conviviente, para sentirse felices y satisfechos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario