Observando
mi curiosidad me doy cuenta que desde mi más tierna infancia me acusaron muchas
veces de curiosa, parecía que era un defecto para los mayores que me rodeaban y
querían corregirme, pero lejos de conseguirlo, mi curiosidad por entender lo
que les parecía mal de mí fue aumentando. Me gustaba tanto observar a las
parejas cuando se hacían carantoñas que no se me escapaba una y cada vez que
algún mayor me descubría me recriminaba como si estuviera cometiendo un pecado
mortal, diciéndome la curiosidad mató al gato, pero por supuesto yo no
comprendía el mensaje y menos mal, porque creo que el primer signo de vejez es
perder la curiosidad porque con ella perdemos la capacidad de asombrarnos que
nos lleva a poder construir nuevos aprendizajes cada día, como bien dice el
refrán, a la cama no te irás sin saber una cosa más.
2-03-2023
Manuela
Álvaro Alonso
No hay comentarios:
Publicar un comentario