El
objetivo de la educación es fomentar la autonomía y la responsabilidad del niño
para que se pueda convertir en un adulto eficaz y satisfecho.
En
este momento evolutivo educar a un niño es acompañarle en sus experiencias, facilitándole que pueda construir sus propios aprendizajes a través de ellas. Mostrándole que
la realidad no existe, que sólo existen percepciones de la realidad, para que
puedan ir desarrollando el amor a los diferentes, por lo que le pueden aportar.
Los niños necesitan experimentar la frustración y descubrir que
pueden salir de ella sin dar cobertura a la necesidad, mientras que de forma espontánea
empezarán a transformarla en posibilidad.
La manifestación de la frustración y del miedo a través del
llanto es la forma natural de desahogo de estas dos emociones para que se desactive el cerebro reptiliano.
Cuando el llanto
no es acompañado por los educadores en
silencio, se transforma en perretas que generalmente
al ser atendidas de forma tóxica
con el objetivo de reprimirlas, se van radicalizando hasta edades muy avanzadas.
El acompañamiento de los educadores es posible cuando no
perciben malignidad en el niño y se perciben en horizontal con él, porque pueden
desplegar la creatividad para mostrarle cuando está tranquilo a través de
cuentos, fábulas, etc, las consecuencias de las acciones que no le benefician, y
así poco a poco va desarrollando la responsabilidad que es la capacidad que
todo ser humano tiene para relacionar un comportamiento con la consecuencia, facilitando
a su vez el desarrollo de la intuición y de los instintos que le llevará a desarrollar
la autonomía descubriendo comportamientos nuevos siempre a favor de sus
intereses y nunca en contra.
Así, padres o educadores e hijos descubrirán que lo que conviene
a uno conviene a la humanidad, porque el ser humano no viene a este mundo para
cambiarlo sino para poder percibir todo
lo que encuentra como perfecto y poder amarlo, abandonando la lucha y desarrollando la fluidez. Nada es estático,
todo es dinámico. Cuando el ser humano interviene para cambiar algo, generalmente,
aunque consiga el objetivo, genera peores consecuencias que si hubiera dejado
que el cambio llegará de forma natural y espontánea.
Manuela Álvaro Alonso
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