Una vez que hemos entendido por nuestra propia
experiencia que todas nuestras acciones son producto de una necesidad creada
por el cerebro reptiliano, interconectado continuamente con el cerebro mamífero
y el humano, podemos entender que la evolución del ser humano consiste en
transcender necesidades que ya no son necesarias porque han dejado de guiar y
proteger para inmovilizar y crear otras nuevas que guíen y protejan.
Esto nos lleva a poder entender que cada uno, en
cada momento, sólo puede hacer lo que necesita hacer y no puede hacer lo que no
necesita hacer, por más que se empeñe en ordenarse no hacer lo que necesita y
hacer lo que cree que necesita.
Lo que si es posible, gracias al infinito
potencial creativo del cerebro humano, es descubrir cuál es la necesidad que
nos lleva a tener comportamientos con graves consecuencias para nosotros y una
vez descubierta, entender que ya no es necesaria porque actúa en nuestra
contra. Todo este proceso sólo es posible mirando lo que ya ha sucedido, desde
el cerebro humano con amor hasta que aparece dentro de nosotros el sentimiento
de gratitud por la experiencia vivida que nos ha facilitado descubrir que todos
somos víctimas de las necesidades creadas en el cerebro reptiliano por el cerebro mamífero a través de
los deberías, que ya no son necesarias.
Cada vez que tiene lugar este proceso en
nuestro cerebro aumenta la apertura a la posibilidad de que todo lo que sucede
dentro y fuera de nosotros puede tener un sentido e irá disminuyendo el miedo a
vivir, a morir, a los otros y a nosotros mismos, recuperando la confianza con la que nacimos.
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