sábado, 22 de octubre de 2022

EL AUTOREGALO

 

Así era ella. Le gustaba ducharse con agua fría, sintiendo como la cascada que caía de la ducha acariciaba su piel, después se enjabonaba suavemente y volvía a sentir la cascada que mientras arrastraba el jabón también arrastraba de su interior  sin violencia lo que ya no era necesario, notando que se iba liberando de todo lo que le pesaba, sintiéndose más y más ligera. Era una sensación tan placentera y liberadora que hasta soñaba con ella a menudo. Ella había descubierto  el mejor regalo que podía hacerse cada vez que sentía un peso muy grande sobre sus hombros y una fuerte presión en su pecho. Después de la ducha venía la sesión de crema, recorriendo su cuerpo lentamente con sus manos calientes, embadurnadas para poder deslizarse con facilidad hasta que llegaba a sentir en su interior el calorcito que necesitaba para irse a dormir ligera, sin peso, como un bebé, a soñar con los angelitos. Esta era la forma de tenía de quererse, acariciarse y acurrucarse entre sus propios brazos mientras iba quedándose dormida poco a poco.



 

 

 

20-10-2022                      Manuela Álvaro Alonso

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